jueves, 14 de febrero de 2008

Mas gerente que la gerente

Hace pocos meses, un buen amigo tuvo cierta experiencia que, a primera vista, podría parecer minúscula e intrascendente, pero a mi juicio, es una interesante lección de cómo algunas personas demuestran poseer grandes destrezas para proteger la buena imagen de su empresa, convirtiéndose en escuderos de aquellos que, por su cargo, deberían poseer más y mejores talentos para tratar con clientes y proveedores.

Cierto día, a eso de las seis de la tarde, el amigo citado recibió la llamada de la gerente general de una gran compañía de empleados temporales. Alguien lo había recomendado. La gerente necesitaba con urgencia un maestro de ceremonias para presentar a un conferencista internacional, experto en relaciones laborales, a primera hora del día siguiente. Mi amigo, un destacado orador y conferencista, escuchó con atención. Aunque no solía prestar esa clase de servicios, se mostró dispuesto a oficiar como maestro de ceremonias, sólo con el ánimo de sacar a la gerente del apuro. “¿Podría acudir ahora mismo a mi oficina? Estoy en el centro de la ciudad. Quiero conocerlo en persona y, de paso, darle algunas explicaciones sobre el estilo y contenido de la charla, ¿le parece?”. Aquel día, mi amigo tenía restricción de uso de su vehículo particular, es decir, la norma conocida en mi país como “pico y placa”. No obstante, le manifestó a la gerente que tomaría un taxi de inmediato y que en breve estaría en su despacho.Ingresó a una hermosa oficina de 60 m2 y allí la gerente le explicó los detalles pertinentes. Era una joven abogada, con una corta pero brillante carrera en cargos directivos. Se veía delicada en lo personal y diligente en lo profesional, muy atenta a los detalles. Por más de una hora, mi amigo se concentró en escuchar cada una de sus instrucciones y olvidó recordarle que aquella apresurada visita tendría un pequeño costo adicional al propuesto en la charla telefónica, pero supuso que con alguien como ella no habría de qué preocuparse. Al día siguiente, mi amigo creyó encontrarse con otra persona.

Poco antes de la ceremonia inicial, la gerente apenas si le correspondió el saludo. Ahora se mostraba seca, arrogante. “La expectativa, los nervios, tiene asuntos importantes por atender…”, pensó mi amigo. La conferencia comenzó más de media hora después de lo previsto en el programa. Hora y media más tarde, al querer pasar al escenario para anunciarles a los asistentes que, debido al retraso, la conferencia no concluiría a la hora programada, la gerente detuvo bruscamente al maestro de ceremonias y le pidió que regresara a su lugar. Mi amigo dio media vuelta, aguardó e hizo una despedida corta en el momento en que creyó que no recibiría otra tonta amonestación.

A la salida del auditorio, cuando quiso despedirse cortésmente de la gerente y preguntarle acerca de algunas formalidades relacionadas con el pago de sus honorarios, esta lo evadió. Ahora sí estaba sorprendido. “Vaya, vaya, y siguen los desplantes”.A la semana siguiente, tras varios intentos fallidos, mi amigo logró comunicarse con la secretaria de gerencia. Volvió al extrañarse al escucharle decir que su jefe no entendía ni aceptaba la ya de por sí pequeña suma correspondiente a sus honorarios. “Bueno, esto es de veras curioso. ¿Podría hablar con ella? Quizá olvidó los términos del acuerdo”, le dijo mi amigo. “No, lo siento mucho, me dice que no está disponible, que rectifique la cuenta de cobro y que vuelva a pasarla”, le respondió la
secretaria. Alterado y confuso, mi amigo no supo qué decir y colgó el auricular.

¿Cómo explicar semejante cantidad de desaciertos por parte de alguien que, días atrás, le había causado tan buena impresión?Más tarde, aquel mismo día, optó por comunicarse de nuevo con la secretaria para explicarle uno a uno los pormenores del asunto. La secretaria escuchó con franca atención. Esta vez tomó parte activa en la situación y se mostró plenamente dispuesta a resolverla de la mejor manera posible. “No, por supuesto, ahora comprendo, usted tiene toda la razón. En nombre de la compañía le ruego que nos disculpe. La jefe está muy ocupada y me temo que no ha tenido cabeza para esto. Más tarde me reuniré con ella y le aclararé todo lo que usted acaba de explicarme, descuide. Ah, y por favor, olvide ya el disgusto, tenga la bondad. Le aseguro que hoy mismo esto se resolverá a su favor”. Y así fue. “¿Sabes qué pensé luego de charlar amigablemente con la secretaria?”, me dijo mi amigo, “pues que ambas estaban jugando al trueque de roles, o que estaban en los puestos equivocados: la secretaria se comportó como toda una gerente, mientras que su jefe se había comportado como una funcionaria cualquiera”. Atinadísima la conclusión. Ciertos directivos tienden a cultivar una especie de personalidad múltiple con facetas disímiles y contradictorias. Se les ve acuciosos, receptivos, sensibles y altamente competentes en ciertas esferas, en ciertas instancias y con ciertas personas, pero en ocasiones exhiben conductas que vulneran los más elementales principios de la ética y la buena administración. En mis labores de capacitación con grupos de empleados de nivel medio, suelo escuchar a menudo esa crítica a los jefes y superiores: exigen lo que no dan, son incongruentes y arbitrarios, complejizan hasta el absurdo ciertas situaciones, por acción u omisión (como en el caso de mi colega amigo) y se eximen ellos mismos de cualquier proceso de autocrítica.

Naturalmente, estas percepciones, muchas veces bien fundadas, merecen un examen, una reflexión profunda y responsable, pues toca con aspectos altamente críticos en cualquier organización: el ejercicio del liderazgo desde los buenos ejemplos, la ejecución de políticas y procedimientos coherentes y consecuentes, el mantenimiento de la imagen corporativa y el estímulo constante a la moral de los trabajadores.

5 comentarios:

margarita dijo...

A menudo observamos como siempre critican los amigos, los padres, de comos se comportan sus superiores, es un caso muy común. Hoy en día cada quien se mueve como mas les convenga, es decir si en algunas casos les toca comportarse de una manera para obtener lo que quieran, lo hacen, poco después que lo logran, se comportan de manera distinta y así sucesivamente.

Este mundo rige en torno a mascaras; todas las personas tienen mascaras, es decir tienen distintos comportamientos, en la casa, el trabajo, con los amigos, etc.

Pero todo esto no lleva con sigo que se pueda aprovechar de los demás, por tener cargos superiores, todos somos humanos, merecemos respeto

MARGARITA CABALLERO

Edilberto Osorio dijo...

El concepto Gestión Integral de Calidad en algunas empresa de nuestro País, no esta plenamente constituido.
Por lo tanto considero que si en una empresa contamos con el liderazgo de un buen dirigente, que tenga aciertos; al implementar un sistema sólido de calidad, inculcando en cada uno de los operarios ese cambio de cultura de cómo hacer la calidad de nuestros productos. Para poder trabajar con esos cambios es necesario consolidarse con el trabajador de planta para poder atender a las necesidades del cliente (producto de buena calidad en el menor tiempo posible) el cual conllevaría a cambiar las condiciones de trabajo de cada operario; puesto que las comodidades que este tenga es indispensable para satisfacer dichas necesidades.

Esto significa que el líder de una organización se comprometa a seguir los planteamiento y requisitos establecidos para controlar su proceso productivo y extienda estas necesidades a los jefes o supervisores y así mismo se ve reflejado la toma de conciencia en los operarios para segregar sin el temor alguno el producto que no cumpla con dichos requerimientos.

Es por eso que algunas empresas mejor prefieren seguir con el mismo esquema de trabajo de muchos años y finalmente terminan en banca rota, por no invertir en el bienestar del trabajador y satisfacción completa del cliente, al pensar que pagar por un trabajo extra le significa perder dinero, y en el contexto de calidad es una necesidad invertir para poder cumplir con los requisitos establecidos en el sistema integral de calidad


muchas gracias.

pedro gonzalez herrera dijo...

como todos sabemos cualquier tipo de empresa tiene o cumple con un esquema de roles dentro de ella, tambien sabemos que el que toma las deciciones finales es el jefe, pero existen personas dentro de la empresa que teniendo una funcion de mas bajo rango, cumplen con los requisitos para ser jefes ya que crean una cultura dentro de la empresa de pertenencia y esa cultura es fomentada hacia los demas trabajadores, logrando un impacto significativo hacia la mejora continua de la calidad de el producto ofrecido por dicha empresa.

Unknown dijo...

mi comentario va dirigido ala empresa colombiana wafers and crepes. creo que la pequeña lectura que acabe de hacer sobre este articulo nos muestra la importancia que genera la confianza ladecision la pasion y sobre todo las ganas de convertir algun deseo en realidad a parte de esto se puede observar que todo se construye a medida que se hacen las cosas con calidad,con excelencia se debe tener mucha confianza y realizar ante todo un buen trabajo, llenar las expectativas del cliente en los productos que se van a ofrecer hay que trabajar unidos para si lograr los objetivos propuestos, pero todo con sacrificio con inteligencia y pensando no en llenarnos los bolsillos si no en crecer como empresa y brindar la major calidad en el producto y en el servicio.

Anónimo dijo...

En realidad el caso planteado es mas común de lo que se piensa, muy a menudo en las empresas los llamados "altos mandos" suelen ser personas despóticas, interesadas y muy pero muy poco humanas. En el mudo actual las instituciones educativas arrojan al mercado laboral muchisimos mas "profesionales" que hace algunos años atrás y la lucha por el desarrollo laboral es inmensamente dura, esta es una epoca en el que el pez grande se come al pequeño, lo cual hace que las estrategias generadas para avanzar en el mercado laboral sean cada vez más deshonestas y carentes de toda ética. Se escala a las posiciones directivas no por mérito sino por influencia y recomendaciones lo que no garatiza un buen desarrollo profesional, pues como sabemos lo que no tiene un buen cimiento generalmente no tiene un buen final. Una persona no muy estructurada en valores y ética profesional, dirigirá la empresa a su modo y según su personalidad, mentirá, actuará, evadirá y hará todo lo posible por generar beneficios propios aunque sea pasando por encima de los demás; su política gerencial estará basada en el aprovechamiento de la oportunidad y en la satisfacción de sus necesidades inmediatas, aunque para ello deba en vez de lobo mostrarse como cordero ante los demás. Y como lo dije anteriormente el caso planteado es muy común y repetitivo, la gente llega a sitios gerenciales donde demuestra su carencia en valores, engaña y utiliza a su antojo a las pesonas que le rodean, mientras que los de rango bajo demuestran muchas mas capacidades para ocuparse de ese tipo de cargos, pues cuentan con más calidad humana. Y mientras esto pasa el reconocimiento de la compañía desciende pues la calidad y la excelencia de una empresa no solo la dan sus productos y servicios como muchos piensan; también lo hacen el trato humano y servil, el llamado valor agregado que muchas empresas necesitan tener para que tanto la comunidad interna como externa se sienta atraído por la compañía y de los tan anhelados frutos de progreso, expansión y desarrollo.